jueves, 18 de noviembre de 2010

DADAISMO

Corriente vanguardista que tendía a suprimir cualquier relación entre el pensamiento y la expresión (ruptura con las convenciones literarias); surge en Zurich en 1916. Su iniciador fue Tristán Tzara

El dadaísmo, más que constituir un movimiento artístico concreto, trata de reflejar una disposición particular del espíritu, representa una negación intelectual violenta, un acto extremo de antidogmatismo, por lo que se vale de cualquier medio para llevar adelante su batalla. Más que la obra, es el gesto lo que interesa a los dadaístas, gesto que va más allá de los puros canales de expresión artística para manifestarse en la política, en las costumbres, en la misma sociedad, siempre que este gesto sea entendido como provocación contra el sentido común, la moral, la ley y cualquier normativa u ortodoxia. De aquí que el escándalo fuera el instrumento preferido para hacer públicas sus acciones. El dadaísmo va más allá del puro significado o la simple noción de un movimiento artístico para llegar a proponer una forma de vivir. En el fondo, lo que desea su áspera polémica contra el arte y la literatura, entendidos como valores eternos del espíritu, es transformar todo lo que llamamos poesía en acción. También los dadaístas, mejor que nadie, tratan de unir estrechamente dos conceptos que andaban separados, arte y vida, y soldar cualquier ruptura que pueda diferenciarlos.

El dadaísmo de Zurich trató de llevar la protesta hasta las últimas consecuencias, hasta la negación absoluta de la razón, lo que le hizo renegar del arte en todas sus formas. Muchos de sus representantes se dedicaron posteriormente a la política, se aliaron a la revolución rusa o se alistaron en la acción revolucionaria alemana, siguiendo la Liga de Espartaco.

La primera Guerra Mundial, que tanto había excitado a los futuristas, provocó una reacción bastante opuesta en otro grupo de escritores y artistas que eligieron el nombre Dadá, palabra que en lenguaje infantil quiere decir caballito de cartón, pero al ser lenguaje infantil podía significar cualquier cosa. Estos escritores y artistas creían que una sociedad capaz de producir algo tan horripilante como la Primera Guerra Mundial era una sociedad malvada, cuya filosofía y cultura deberían destruirse totalmente, ya que estaba social y moralmente en bancarrota.

Sin duda, Dadá consiguió provocar el escándalo, pero en el aspecto positivo, y como muchos de los demás movimientos, hizo que la gente mirara las imágenes de una manera distinta. Las pinturas y los objetos Dadá obligaban al observador a poner en tela de juicio las realidades aceptadas y a reconocer el papel del azar y de la imaginación. Después de la guerra se celebraron en París varias exposiciones y los artistas Dadá entraron en contacto con André Breton, que se había convertido en el portavoz de otro movimiento, el surrealismo. Finalmente, hacia 1922, muchos de los artistas Dadá se habían comprometido con el surrealismo.

Escritor Iniciador

Tristán Tzara (1896-1963), ensayista y poeta francés nacido en Rumania y conocido principalmente por ser el fundador del movimiento dadaísta. Primero en Zürich y más tarde en París, Tzara escribió los primeros manifiestos del movimiento, en los que definía sus principios nihilistas. Alrededor de 1930 abandonó el pesimismo y la esterilidad propios del dadaísmo y se interesó por el surrealismo. Se unió a la Resistencia francesa durante la II Guerra Mundial y una vez terminada la guerra desplazó su visión poética hacia los problemas más reales que amenazaban a la humanidad.

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